Fermí Casado

View Original

PESADILLA EN LA COCINA... Y EN EL ESCENARIO.

 Uno de los retos a los que nos enfrentamos en cualquier presentación es el título. Buscamos algo que enganche, que sea sugerente, sorprendente y que atraiga. Pero eso puede llevarnos a un error fatal. Pesadilla En La Cocina. Imagen Facebook.

Lo reconozco: soy un fan. Alberto Chicote, con su pinta de buen tipo, esconde una auténtica fiera dentro. El amor por lo que hace (cocinar) le hace montar en cólera cuando ve los desastres que se perpetran en algunos restaurantes. Un “coach” con un estilo personal, mal hablado y hasta un poco bruto. Y una fórmula (el “reality”) que, aunque dramatizada quizás en exceso, sigue funcionando.

Y en el capítulo del lunes, cocas que no son cocas. ¡Perfecto para un post sobre presentaciones!

 LA COCA QUE NO ES UNA COCA

Los desvaríos por buscar un título atrayente y “de impacto”, pueden llevarnos a un gran error: que dicho título, finalmente, tenga poco o NADA que ver con nuestra presentación. Dejarnos llevar por esa ansia de atracción a veces desemboca en un título sí, impactante, sí, atrayente, sí, comercial… Pero que no es para nada el objeto de nuestra charla.

La protagonista del capítulo de ayer del amigo Chicote tenía un plato estrella: las cocas. Un plato muy típico en Valencia, y que sin duda debía atraer a la gente a su local. Pero, ¿Por qué, entonces, estaba a punto de cerrar? Muy sencillo: las cocas no eran cocas. De hecho, no tenían ni el sabor ni el aspecto de una coca. Resultado: decepción del cliente, y local vacío.

Asistí el año pasado a dos charlas que no cumplieron lo que prometían (¡no diré nombres!). Y la decepción fue mayúscula. No es que no fueran interesantes. No es que los ponentes no tuvieran información que compartir con la audiencia: es que, simplemente, el título propuesto (que sonaba bien, y era atractivo) no tenía NADA QUE VER con lo que finalmente nos contaron.

Esa decepción no sólo afecta a nuestras presentaciones futuras (a las que posiblemente no vuelvan nuestros clientes), si no al desarrollo de la ponencia misma. Veamos, grosso modo, y con alguna licencia inspirada en el propio Chicote, qué pasará en nuestra audiencia:

"¡Ni una palabra sobre el tema!" Foto: Emiliano Spada.

-      Min. 7.- “Bueno, esto es la introducción, seguro que ahora empieza…”

-      Min.17.- “Ups! Parece que esta introducción es un poquitín larga…”

-      Min.27.- “Espero que después de este punto entre YA en materia…”

-      Min.37.- “¡A ver si empiezas de una p… vez!”

-      Min.47.- “¡¡¡No me puedo creer que no vaya a hablar del tema!!!”

-      Min.57.- “Pues sí, ¡¡¡Con dos cojones!!! ¡¡¡Ni una palabra sobre el tema!!!”

Cierto que un título es muy importante, y cierto que puede atraer a más público, pero hablamos de lo que hablamos. Y si es sobre un tema poco atractivo, intentemos hacerlo más atrayente, pero sin traicionarlo (y de paso, traicionar a nuestra audiencia).

El título proporciona una serie de expectativas que debemos cumplir. Y si no lo hacemos, vamos a decepcionar a quien venga a escucharnos.

Quizás la búsqueda de un título atrayente te sirva para concretar aún más el contenido. Quizás te sirva para plantear tu presentación de una forma más atractiva. Te invito entonces a aprovechar todo ese potencial y replantear el mensaje y su estructura. Pero si hablas sobre el paleolítico, no titules “EL PALEOLÍTICO EN EL s. XXI”, si no vas a conectar las dos épocas. Y si hablas de la Revolución Francesa, no titules “LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y TÚ”, si no nos vas a contar cómo ese hecho histórico nos afecta en la actualidad.

 “A más ver…”