LA EMOCIÓN ES LA CLAVE (2)
En el post anterior hablamos de la importancia de las emociones en tu presentación, y de cómo la información-sorpresa predispone al auditorio a emocionarse con nosotros. ¿Te apetece ir un poco más allá? También os contaba que no hay fórmulas mágicas para conseguir el objetivo de emocionar al público, pero sí algunos principios básicos. Veamos el fundamental:
LA EMOCIÓN VÍRICA
Al igual que en el teatro nos identificamos con las emociones de los actores/personajes, el público de una presentación se identifica con las emociones del orador. Somos seres empáticos por naturaleza. Como demuestra la neurología, esa identificación es algo innato (mira un vídeo sobre el tema). De forma que podemos vivir literalmente lo que viven los otros. Sus emociones se convierten en las nuestras.
El teatro, el cine y la literatura se basan en eso. Nos identificamos con lo que vemos en un escenario, o en una pantalla. Y es que ¡Las emociones son contagiosas!
¿CÓMO AFECTA ESO A TU PRESENTACIÓN?
Pues bien, la conclusión es clara: eres la pieza clave de la emoción que quieras transmitir. Si quieres emocionar a la gente has de buscar esa emoción en ti mismo. Lo que te inspire, sorprenda o indigne inspirará, sorprenderá e indignará a quien te escuche. Así de simple, y así de aterrador.
EL MIEDO A LA EMOCIÓN
No estamos acostumbrados a emocionarnos, y mucho menos en público. A los hombres nos han educado en la ocultación de las emociones, si no son las de superación y triunfo. Y las mujeres han aprendido a separarlas de la vida profesional. Como consecuencia, el mundo profesional está exento de emoción en la mayoría de los casos. Y pedirle a un directivo que te cuente lo que le apasiona de su empresa puede ser tan infructuoso como pedirle que te deje la visa. Nos emocionamos en la intimidad, pero hacerlo en público está incluso mal visto.
Imprimir emoción en una presentación puede resultar incluso aterrador: sin estar habituados, y habiéndolas separado de la vida profesional, ¿Cómo va alguien a pretender que empecemos a expresar emociones?¿Y en público, además?
No, no estoy hablando de eso.
ENTONCES, ¿DE QUÉ ESTOY HABLANDO?
Puede ser que al leer todo esto estés pensando en emociones extremas: ¿Tengo que echarme a llorar en público? ¿Ponerme en plan Braveheart? ¿Tirarme al suelo y rasgarme las vestiduras? No, querid@ amig@.
En las películas u obras de teatro autores, directores y actores jugamos con situaciones y emociones límite. Llevamos a los personajes a extremos vitales justamente para eso: para dar oportunidad al espectador de experimentar esos momentos y vivir una experiencia emocional inolvidable.
Como orador no tienes que llegar a esos extremos, ni mucho menos. Sólo pretendemos impregnar de más emoción a nuestras presentaciones. Como contaba en un post anterior, no tienes que hacerme creer que hablas con el fantasma muerto de tu padre (Hamlet), ni que descubres al amor de tu vida muerto entre tus brazos (Romeo y Julieta). De lo que se trata es de mejorar tus dotes de comunicación en público.
Te aseguro que no hay nada que temer. No tendrás ningún problema para hacerlo si utilizas un planteamiento adecuado.
Dicho esto, recapitulo:
- LAS EMOCIONES SON BÁSICAS EN LA TOMA DE DECISIONES
- NO HAY UNA FÓRMULA INFALIBLE PARA TRANSMITIRLAS, PERO SI PRINCIPIOS BÁSICOS
- FORMA Y CONTENIDO: CONTENIDO sólido. FORMA sugerente
- LA EMOCIÓN SE TRANSMITE, COMO UN VIRUS.
- TU EMOCIÓN ES IMPRESCINDIBLE.
- NO BUSCAMOS EMOCIONES EXTREMAS: SÓLO UNA COMUNICACIÓN MÁS EFECTIVA.
Pues bien, hasta aquí por el momento. Estamos llegando al final del camino. La semana que viene veremos el planteamiento adecuado para dotar de más emoción a nuestras presentaciones. Y cómo conseguirlo superando los miedos y la falta de hábito.
“A más ver…”