Fermí Casado

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CÓMO LEER TU PRESENTACIÓN

 No aconsejo nunca a nadie que lea su presentación, pero seamos francos: muchos lo hacen. Y si bien no es la forma ideal, la lectura también puede ser eficaz… si sabes cómo hacerla. “¿Leer, o no leer? Ésa es la cuestión”, citando a Vallejo-Nágera. La lectura de su libro “Aprender a Hablar en Público Hoy” ha sido uno de mis entretenimientos este verano. Y digo bien: aparte de dar consejos útiles, Vallejo-Nágera tiene la virtud de hacerlos llegar de forma divertida e inteligente. Una lectura refrescante, y muy recomendable.

En uno de los capítulos, menciona la lectura. Y aunque he buscado argumentos para rebatir los suyos, tengo que darle la razón: leer presentaciones está a la orden del día. Incluso hay ámbitos (muy pocos, pero los hay) en que es recomendable: el discurso de un jefe de estado, o la toma de posesión de cargos de mucho prestigio. Y si esto es así, ¿por qué no dedicar un artículo a mejorar esa lectura?

LOS RICOS TAMBIÉN LLORAN… Y LOS ACTORES TAMBIÉN LEEN

No aconsejo que leas, pero si vas a hacerlo, hazlo bien.

Se llaman lecturas dramatizadas. En ocasiones una obra de teatro no se representa: se lee. Puede ser la forma que tienen los productores de decidir si llevan a cabo o no un proyecto, un pequeño homenaje a un autor en un festival, o el premio a un concurso de dramaturgia. La cuestión es que esas lecturas se hacen… Y muchas veces funcionan de maravilla.

Déjame descubrirte algunas claves:

ESCRIBE LA PRESENTACIÓN PARA DECIRLA

Un texto teatral siempre se escribe para ser pronunciado. El autor no escribe como lo haría en una novela: tiene en mente que su texto ha de ser dicho. Y, desengañémonos, nosotros no somos autores teatrales. Citando de nuevo a Vallejo-Nágera: “Cuando escribimos tendemos a ponernos solemnes”. Tendemos a escribir frases muy largas (a veces incluso impronunciables) y a utilizar términos demasiado elaborados o muy técnicos. En general, escribimos como si nuestro público fuera a leer nuestra presentación. Y lo cierto es que no van a leerla: van a escucharla.

Con textos complejos y frases demasiado largas es extraordinariamente difícil no aburrir a tu audiencia. Intenta escribir tu presentación de otra forma. Busca frases cortas. Términos más coloquiales. Escribe tu presentación para decirla (que es lo que vas a hacer), en lugar de como escribirías un artículo de opinión.

Ese tipo de estructura te ayudará también a:

MIRAR A TU AUDIENCIA

No te encierres en el papel. Mira al público. Es la manera de mantener el hilo de la comunicación, aun leyendo. Tu mirada es tu atención, y es injusto que se centre sólo en el papel. Cuando lo hagas, procura alternar esa mirada por las distintas zonas del público. De la misma forma que en las presentaciones no leídas, repartir la mirada servirá para mantener a todos los presentes conectados con tus palabras.

Como mencionaba en el punto anterior, una estructura de frases más simple y coloquial va a ayudarte en eso. Si las frases son más cortas, más simples, no necesitarás prestar tanta atención a la lectura, y podrás dedicar esa atención a las personas que te escuchan.

ENSAYA

Escribe tu presentación para ser dicha. Imagen: Mihow (freeimages.com)

“Pero vamos a ver: ¡Si voy a LEER la presentación, no necesito ensayar! Ya aprendí a leer en su día, y no tengo ningún problema con eso…”

Error. Los actores también ensayamos las lecturas, y tú debes hacer lo mismo si quieres hacerlo medianamente bien.

Leer por primera vez un texto en voz alta, y hacerlo con sentido es extraordinariamente difícil. Haz la prueba. Usa cualquier párrafo de tu novela favorita, o un fragmento de este artículo.

Y ahora, sé sincero: ¿Te has sentido satisfecho? ¿A que se puede mejorar, y mucho?

A menudo aconsejo en mis cursos que se lea en voz alta. Es un ejercicio extraordinario (siempre que no te echen de casa). Sirve para adaptarse a las modulaciones de la frase a medida que te la encuentras, y enriquece muchísimo nuestra capacidad de jugar con el tono y con el ritmo de las frases. No obstante, de entrada no es nada fácil. Cuando leemos estamos acostumbrados a buscar el sentido de la lectura. Leemos para nosotros, y leer para los demás es algo completamente distinto. No se trata sólo de leer sin atascarse. Se trata de hacer esa lectura comprensible. Y para eso necesitas estar atento a muchas más cosas -aparte de los tropiezos-.

Por eso te aconsejo que ensayes también la lectura.

¿Quieres saber qué objetivos vas a conseguir con ese ensayo? Nos ocuparemos de eso en el próximo artículo.

"A más ver..."