EL PUNTO SIN RETORNO
Hay un momento fundamental en cualquier buena presentación: el inicio. Y es más que frecuente que los inicios sean flojos. Poco concretos, indefinidos. Para conseguir empezar como quieres, y como el momento merece, es fundamental que conozcas la sensación del ‘PUNTO SIN RETORNO’.
Como ya habrás imaginado, ese punto no es otro que los segundos previos de la presentación. No los minutos, no las horas: los segundos. Esos instantes en que quizá alguien te está presentando, o la audiencia está acabando de acomodarse (o entran los últimos ‘tardones’). Esos instantes en los que la boca se vuelve un estropajo, sientes la taquicardia, las manos tiemblan y 20GB de información atraviesan tu cerebro sin orden ni concierto.
IR CALENTANDO
Lo más habitual (mucho, ¡pero mucho!) es que los oradores/ponentes se vayan calentando. Esto es: vayan tomando fluidez (y eficacia) a medida que avanza la presentación. Empiezan más nerviosos (menos voz, más tímidos corporalmente), van tomando confianza y hacia el minuto 10 se encuentran, más o menos, en su salsa (una salsa a veces cortada, o con tropezones, o demasiado espesa; pero la salsa de cada cual al fin y al cabo). Y eso, querid@ amig@, es un error fatal.
El inicio es un momento CLAVE: marcará el sentido de toda la presentación. La audiencia tardará 90segs (o menos) en hacerse una idea de ti y por ende del interés de todo lo que les vas a explicar. Tu voz, tu actitud corporal, las ideas con que decidas empezar y la fluidez con que las expongas son, por tanto, FUN-DA-MEN-TA-LES. Así que lo de ‘ir calentando’ lo vamos a dejar para el deporte de fin de semana: tu presentación (y tú) debéis estar al 120% desde el minuto 0.
Para conseguirlo, lo más recomendable es:
· Llegar con tiempo.- No me imagino un escenario menos adecuado para conseguir empezar bien que llegar con el tiempo demasiado justo. Y cuanto más comprometida sea la presentación, con más margen deberías llegar.
· Calentar.- No cuando hayas empezado; no a medida que vayas avanzando: calentar 15-20mins antes de empezar. No vas a asumir un gran reto físico (una maratón), pero sí psicofísico (una presentación). Preparando tu cuerpo y tu voz conseguirás empezar ya ‘caliente’ (en lugar de irte calentando), y repasando (una vez más) las ideas-clave te aseguras de que la memoria no te la juegue.
¿Y EL PUNTO SIN RETORNO?
En esos momentos previos lo más importante es que estés centrado. Atento.
No es bueno intentar repasar durante esos segundos: lo más probable es que te olvides de algún punto (o varios) y empieces descolocado; te lo digo por experiencia.
· Céntrate en la primera idea a exponer.- ¿Cómo has decidido empezar? ¿Un chiste? ¿Una estadística? ¿Una imagen? ¿Presentándote? Sea cual sea tu opción, enfócate en eso. Y enfócate en el empuje, la energía, las ganas que necesitas para hacerlo adecuadamente.
· Mira a tu audiencia.- Sé que eso intimida: con frecuencia veo a oradores que miran a cualquier rincón posible para evitar mirar a quien tienen delante. Y eso también es un error. Estás ahí POR y PARA ELLOS. Y alimentar las ganas de llegarles, de emocionarles, de (por qué no) seducirles va a asegurarte un buen inicio.
· Piensa en el beneficio.- No en el tuyo propio, sino una vez más en el beneficio de quien ha venido a escucharte. Todas las presentaciones aportan algo: producto, estrategia, conocimiento… Todas representan una ganancia para la audiencia (incluso aunque ellos no lo sepan). Centrarte en todo lo bueno que les vas a ofrecer, también es una forma de prepararte para comunicarte de forma más adecuada.
Y ahí estás. Listo para empezar. Con un tono vocal y corporal adecuado, centrado y atento, sabiendo a quién tienes delante, y con la determinación de compartir todo lo bueno que puedes ofrecer. Ese es un escenario favorable.
Y garantiza un inicio concreto, adecuado e impactante.
‘A más ver…’