COMUNICACIÓN EN PÚBLICO Y TÉCNICA TEATRAL #4
Cuarto y último artículo sobre las características en común de las presentaciones en público y las representaciones teatrales. La visión general de este método, y el pistoletazo de salida de este blog.
Vamos a ver otra característica común al teatro y a la oratoria. Una obviedad como las anteriores, pero que no salta tanto a la vista a no ser que te hayas dedicado mínimamente a una o al otro:
OBVIEDAD Nº4.- TEATRO Y ORATORIA SE COMPLETAN EN PÚBLICO
Antes de presentarse en público, una obra de teatro no es más que un montón de folios escritos por ambos lados (o quizás sólo por uno, dependiendo del caso). A partir de ese montón de papel, todo un equipo de gente se pone a trabajar para llevar las palabras del autor a escena. Todo ese trabajo previo (nada despreciable, te lo puedo asegurar) nos lleva al día del estreno… Y hasta ese día, no hay representación. Hasta ese día no hay comunicación con el público. Y hasta ese día el fenómeno teatral no se produce.
Hay muchos otros trabajos -de hecho, la mayoría- en que lo que haces un día permanece al siguiente -a no ser que haya una catástrofe-. Si diseñas una web, todo el trabajo que hayas hecho el martes te estará esperando el miércoles. Y si construyes edificios, la instalación que acabes el viernes seguirá ahí después del fin de semana. La representación teatral, querid@ amig@, no es así. Y tampoco tu presentación en público.
Antes de salir al escenario tu presentación no existe. No es más que un montón de anotaciones en tu casa, otras tantas ideas y relaciones en tu memoria, y los soportes gráficos que hayas preparado para exponerlas. Nada más (y nada menos, no te sientas ofendid@). Esa presentación se completa, se hace real cuando la expones. Y ese hecho genera una gran incertidumbre y una enorme inseguridad. Nos provoca mil preguntas, y mil escenarios de desastre. VÉRTIGO, como la gran película de Hitchcock.
GESTIONAR EL VÉRTIGO
Por desolador que eso pueda parecer, y por desamparados que podamos sentirnos, esa realidad, esa incertidumbre puede y debe gestionarse. Y hay formas de hacerlo:
1. PREPÁRATE, PREPÁRATE, PREPÁRATE
Tu única red de seguridad es la preparación. Haber preparado a conciencia el material, y haberlo ensayado cuantas más veces mejor: esa es la clave. Y cuanto más te juegues, más debes prepararlo. ¿Quieres mostrarte seguro? ¿Quieres mostrarte convincente? ¿Creíble? ¿Quieres olvidarte de los “blancos”? ¿Quieres que te recuerden? ¿Quieres convencerlos de tu proyecto, producto o servicio? Dedícale todas las horas posibles, y que cada una sirva para mejorar.
2. PREPARA TAMBIÉN EL IMPREVISTO
Conexiones que fallan, proyectores que funden, micros sin pilas, iluminaciones excesivas o demasiado pobres, distribuciones de sala imposibles… Todos ellos, y muchos más, pueden hundir una buena presentación bien preparada. Para evitarlos:
- A. Reduce al mínimo las variables.- Si puedes tener un documento descargado, no lo bajes justo antes o durante la presentación. Si puedes llevar tu micro, no utilices el de la sala. Usar tus propios “gadgets” te hará sentirte mucho más seguro.
- B. Haz un repaso concienzudo antes de empezar.- Prueba el sonido, el vídeo, las conexiones, como subir o bajar la iluminación… Dependiendo de la sala, te encontrarás con un responsable de la parte técnica. Será tu mejor aliado, y puede ayudarte a resolver muchos problemas… O no. Trátalo con respeto.
- C. Visita la sala previamente.- Por mucho que te hayan contado, es mejor verlo con tus propios ojos. Puedes encontrarte a ras de suelo, o elevado. Cerca del público o con un foso de por medio. Con muebles en el escenario, o sin ellos. Con una megapantalla HD, o con una minúscula. Todo eso afectará tanto a tu relación con la audiencia, como al tamaño del soporte audiovisual.
- D. Unas notas a tiempo.- Unas notas esquemáticas, claras y bien redactadas serán un aliado inmejorable si todo falla. Y te darán una enorme seguridad. Es muy tranquilizador saber que puedes recuperar el hilo si tienes una laguna. Un rápido vistazo sin hacer hincapié en el pequeño despiste y adelante.
3. EMPIEZA POR EL PRIMER PASO
Antes de empezar, tendrás la sensación de que no vas a poder recordarlo todo. Pues bien, no es una sensación. Es absolutamente cierto: no puedes recordar el contenido de toda la presentación en unos pocos segundos. Nadie puede.
Uno de mis últimos montajes teatrales ha sido un monólogo de 1h10mins, aproximadamente. Y te aseguro que si hubiera cobrado por palabra dicha, me habría forrado. 1h10mins en escena dan para hablar mucho, y si estás solo… ¡Imagínate! Imposible hacer un “repasito rápido” antes de empezar. ¿Qué podía hacer? Centrarme en la primera escena. Mejor, en la primera frase. Mejor aún, en la primera respiración, y… Lanzarme. Dicho de otro modo, enfocarme en el primer momento del personaje, y a partir de ahí confiar en que el trabajo de los ensayos saldría a la luz. Pues bien, ese es el mejor consejo que puedo darte.
Por supuesto, hacer un repaso de las ideas clave de tu discurso 15-20mins antes de empezar es muy recomendable. Pero no intentes hacerlo segundos antes de subir a escena. No conseguirás recordarlo todo, y saldrás completamente descolocado. Mejor céntrate en esa primera frase, en la primera idea que quieres trasladar a tu audiencia. Empieza por el primer paso, confía en tu preparación para dar los siguientes, y…
4. DISFRÚTALO
¿Recuerdas el post anterior? Las ganas de comunicarte son básicas para darte credibilidad. Y la pasión y el entusiasmo con que ejecutes tu discurso se contagiarán a tu audiencia. Sal a disfrutar del momento, a convencer con tu mensaje, a mantener su atención, a comerte el mundo.
En una presentación en público, toda nuestra audiencia nos hace una pregunta implícita: ¿tú qué opinas? Sea cual sea el tema de nuestra presentación, la gente sale de sus casas para conocer nuestra opinión, nuestro punto de vista y nuestros conocimientos… Y nos regalan su tiempo para escuchar la respuesta. ¿Cuántas veces nos hacen esa pregunta en la vida diaria, y nos dan 20, 40 o 60mins. para responder sin interrupciones? Sé generoso, prepara una respuesta magnífica y sírvela con la mayor generosidad.
“A más ver…”