NO TE ENGAÑES: TU PRESENTACIÓN IMPORTA.
Nuestra vida profesional ha cambiado. Nuevas herramientas, nuevas formas, nuevas habilidades... Y un contexto de crisis. Afrontémoslo: en semejantes circunstancias, tu presentación en público va a marcar la diferencia.
Quizás este post no sea para ti. Quizás tengas un envidiable puesto en una empresa o en la administración, quizás seas feliz con tu trabajo, y sólo estés pensando “¡Virgencita, Virgencita, que me quede como estoy!”. De aquí hasta la jubilación.
Si ése es tu caso, mi más sincera felicitación. Olvídate de nuevas ideas, de nuevos proyectos, de mejorar o ascender en tu organización, de crear algo por ti mismo… Y, por supuesto, olvídate de las presentaciones. Haz como la mayoría (o como ya estarás haciendo): pásale el muerto a alguien, y a seguir rezando.
Si ese no es tu caso, sigue leyendo.
Por suerte (a mí me gusta pensarlo así), el panorama ha cambiado, y seguirá cambiando. Por suerte, eso nos ha hecho ponernos en marcha. Por suerte, nos ha obligado a buscar, a aprender, a darle vueltas a ideas nuevas, a analizarnos, a darnos cuenta de nuestras virtudes y trabajar nuestros defectos. En una especie de “crisis de los 40” generalizada, eso ha llevado a muchos profesionales a replantearse su papel en el mundo, y encarar con renovadas ilusiones nuevos proyectos y empresas.
En un contexto semejante, cada nuevo proyecto, cada nueva empresa pasa por una estrategia de comunicación. Con mucha o poca inversión, de una forma o de otra, el proyecto ha de darse a conocer. Publicidad (sea en la forma que sea), presencia online (webs, blogs, redes sociales…) el door-to-door (o mail-to-mail, o teléfono-to-teléfono…) y, por supuesto, la presentación en público.
LA TÁCTICA DEL AVESTRUZ
En una búsqueda rápida, he sabido que los avestruces no esconden la cabeza bajo tierra cuando se ven amenazadas (¡Con lo convencido que estaba yo!), aunque la RAE reconoce el uso de ese término… Y sabéis a lo que me refiero, ¿verdad?
Todos sabemos lo importante que es una presentación, todos sabemos lo que nos jugamos. ¡Precisamente ésa es una de las razones por las que nos ponemos tan nerviosos antes de una! Y, ¿qué hacemos para remediarlo? Posponerlo, dedicarnos a otras cosas, pensar que los dioses van a conferirnos unos poderes especiales en el momento de la verdad… y no prepararlas. Seamos francos: es así.
Nos pasa muchas veces, con muchas otras cosas. ¿Qué me sobran unos kilitos? Bueno, va, un día de estos empiezo el régimen… ¿Quiero un aumento de sueldo? A ver si la semana que viene encuentro el momento… ¿Poner orden en el despacho? Va, mañana a primera hora me pongo y lo liquido… Y ahí se quedan los kilitos, y el sueldo, y los papeles por ordenar.
Es lo que se llama evitación, táctica que, intuyo, somos el único animal que emplea, descartados ya los avestruces.
POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE
Tu presentación es el momento de la verdad. ¿Por qué? Porque la haces en directo, sin red y totalmente expuesto. El resto de tu estrategia de comunicación pasa por filtros. Filtros de reflexión. No publicas una web hasta que está perfecta. No estrenas un anuncio si no cuenta exactamente lo que quieres. Costará días, semanas o meses, pero no saldrá a la luz si no estás plenamente satisfecho. Y, aún así, después podrás pulir algunas cosas, y mejorar lo necesario.
Tu presentación no es así. Tu presentación tiene día y hora. La cita es ineludible, y única. En ella vas a dar lo mejor de ti… O pasarás a la historia. Y no habrá término medio.
Para más inri, tus jueces, tu público (inversores, accionistas, juntas directivas, clientes…) lo saben bien: pero no serán más condescendientes por eso. Sabrán que las estás pasando canutas, pero no les importa: lo que les importa es saber si tu idea les engancha. Si tu proyecto funciona o interesa. Ésa es la expectativa que has de cumplir. El compromiso que no puedes eludir, ni evitar.
¿Cuánto tiempo más vas a pasar posponiendo tu preparación?
"Saber expresar una idea es tan importante como la idea misma."
Aristóteles.
“A más ver…”