Abro el Word. Negrita, cursiva, Verdana 12, centrar título, Bloq Mayús… ¡¡¡Y ya estoy aquí de nuevo!!! La temporada pasada acabé pelín agotado (cabe suponer que por los efectos secundarios de presentar el libro), pero ya estaba deseando reencontrarme aquí contigo.

Y, por fin, llegamos al último vídeo sobre la conferencia de presentación de mi libro… ¡Lo que nos lleva al último artículo de esta temporada! 

Y llega el final de la presentación… y con el final, uno de los momentos más temidos: el turno de preguntas. ¿Cómo pasar con nota ese momento crítico?

El gran caballo de batalla al hablar en público tiene que ver con el comportamiento. Una vez el contenido y el soporte audiovisual están diseñados, es el momento de la comunicación con mayúsculas. Y al hablar en público, esa comunicación implica muchas, muchas cosas.

Ya os he hablado en varias ocasiones de la famosa Muerte por PowerPoint. Y es que, por mucho que se hable de ella, sigue formando parte del mundo de las presentaciones… ¡por desgracia!

Una buena presentación, seduce. Un buen ponente, también. Y una de las formas de seducir que más conectan emocionalmente con la audiencia es la imperfección del propio orador. Mostrarse más humano (e imperfecto) conseguirá un efecto similar al de muchas grandes producciones de Hollywood.

A todos los bloggers les pasa en un momento o en otro: publicar un post más personal. Que no trate tanto del tema del que habitualmente hablas, sino de personas y colaboradores que convierten el trabajo de escribir y difundir (a veces solitario, y poco agradecido) en un privilegio. Y si, hoy me ha llegado el día.

Como sabrás, he escrito un manual para la editorial UOC sobre cómo hablar en público. Y hoy, con motivo de la publicación (y de la presentación el próximo día 7) voy a ofrecerte, en exclusiva, un pequeño adelanto.

Hace algunos meses empecé un proyecto tan atractivo como ilusionante: un manual para la UOC sobre la metodología que uso para enseñar a hablar en público. Acabo de recibir los primeros ejemplares en casa: satisfacción, expectativas, agotamiento… Y, por supuesto, ¡presentación a la vista!

Uno de los recursos más utilizados por los grandes oradores es la pregunta que se lanza al público. Algunas retóricas (y otras no tanto) el uso de preguntas dará fluidez y ritmo a tu discurso, y te ayudará a clarificar tu estructura.

Subí al autobús, y me acomodé en un asiento. Pasaron algunos segundos hasta que reparé en lo que sonaba en la radio. Era una base rítmica que se repetía, repetía y repetía sin ningún sentido. ¿De qué emisora se trataba? ¿Qué tema estaba sonando? Y, sobre todo, ¿qué le habíamos hecho al conductor para que nos maltratara de esa manera?

Hace tres días que recibí en casa el libro ‘Tu mundo en una servilleta’, de Dan Roam. Un librito sencillo y apasionante sobre el pensamiento (y la comunicación) visual. Y es que, si puedes verlo, puedes contarlo… y puedes venderlo.